Un día decidieron dejar sus puestos en la industria financiera y lanzarse a la mayor aventura de sus vidas; crear un helado rico y cremoso, 100% plant-based y sin ingredientes artificiales. Son Pepe y Luke, los creadores de Pink Albatross. Hoy hablamos con ellos para conocerles un poco más y descubrir qué les llevó a iniciar esta gran aventura.
Hola Luke, hola Pepe. La primera pregunta es obligada. ¿Cuál fue vuestro momento Albatross? Ese en el que decidisteis abandonar lo seguro y lo conocido para dar un vuelco a vuestra vida montando este negocio.
Pepe: Mi momento Albatross me perseguía desde que a Emma, mi hija mayor, le diagnosticaron varias alergias alimentarias. Aquello me metió en un mundo nuevo de experimentación y conocimiento en el que continuamente buscaba información sobre este tema. Se dio la circunstancia de que coincidió con una época profesional llena de viajes que me impedían pasar más tiempo con mi familia. Con todo, llegó un momento en el que me harté de las responsabilidades del mundo corporativo y salí de la empresa. Sabía que no quería estar donde estaba pero no sabía dónde quería ir. En ese momento se cruzó Luke en mi vida.
Luke: Por aquel entonces yo vivía en Nueva York. Siempre había soñado con tener un proyecto propio pero no sabía qué, ni con quién desarrollarlo. La ciudad me sirvió de inspiración para ver que el mundo estaba cambiando. La gente llevaba una alimentación cada vez más plant-based, algo que encajaba muy bien con mis creencias personales. Y, me dije, “este es el momento”. Así que tomé la decisión de abandonar todo lo conocido y empezar esta gran aventura.
¿Por qué el resultado de aquel momento fue Pink Albatross?
P.: En mi caso, buscaba un postre que mi hija pudiera comer y que el resto de la familia también disfrutara. Soy un amante de la comida y no me gusta que ni mi hija ni nadie tenga una barrera para disfrutar de ella.
L.: Personalmente, creo que el mundo se beneficiaría de una dieta plant-based por muchos motivos. Cada vez hay más gente que quiere sumarse a este tipo de dieta pero existe una falta de disponibilidad de este tipo de productos. Crear un producto que pudiera solventar sus necesidades me pareció un gran reto que además iba en concordancia con mis ideales.
¿Qué es lo mejor y lo peor de emprender?
L. : Para mi lo mejor es que cada día es distinto. Se aprende de todo y es precisamente esa variedad lo que me hace volver al día siguiente. Lo peor es quizá verse obligado a tomar decisiones sin contar con toda la información y la incertidumbre. ¡Cada día trae un reto nuevo!
P.: Sin embargo, para mi la incertidumbre es una de las mejores partes de emprender. Es algo fabuloso. Cuando montas un negocio, hay varios desafíos. El primero de ellos es conseguir lanzar tu producto o servicio. El segundo desafío, en el que nos encontramos, es hacer crecer tu negocio y conseguir transmitir al consumidor todos los valores que hay detrás de una marca. Se trata de una tarea muy importante para la que te tienes que rodear del equipo más idóneo.
L. : Si hay algo que nos caracteriza a los dos a la hora de emprender es que siempre estamos tratando de mejorar. Siempre vamos detrás de esa perfección, ¡está en nuestros genes!
¿Qué os llevó a crear vuestro primer helado plant-based?
L. Volviendo a mi etapa en Nueva York, allí veía que la oferta estaba muy avanzada. Era posible comprar carnes y leches vegetales de buena calidad. Aquello nos hizo plantearnos si aquellas personas que se preocupaban por su alimentación no estarían interesadas en los helados vegetales.
P.: Enseguida pensamos que la tendencia plant-based no tardaría en llegar a Europa. Nuestro ideal de helado vegetal es un producto en el que el sabor y la textura no deben ser una renuncia. Por tanto, es un tipo de producto que apela a un público muy amplio. Desde personas que sufren alguna intolerancia alimenticia, a personas con diferentes creencias a nivel alimentario, pasando por todos aquellos que aman el helado y quieren potenciar su sabor.
L.: Si además de helados, creáramos otro producto, este sería un postre, sin duda. En la actualidad la gran mayoría de elaboraciones dulces contienen alérgenos como huevo, leche, nata o harina. Hay por tanto una gran oportunidad para crear un postre plant-based.
¿Por qué el rosa tiene tanta presencia en vuestra marca? ¿Qué representa para vosotros?
P.: Pink is the new punk! Una de nuestras propuestas de valor más potentes en el clean label. Es decir, el uso de ingredientes reconocibles por nuestros consumidores, sanos y naturales. En inglés, cuando una persona está “pink” es que está saludable, que se cuida y se encuentra bien. Por tanto decidimos llevar el “pink” a nuestra marca y también a nuestro packaging, aprovechando para revolucionar un poco el aburrido packaging de los helados actuales.
¿Qué aventureros os inspiran en esta travesía?
P : ¡Indiana Jones! Los dos hemos crecido con sus aventuras.
L.: Y sin duda, Elon Musk. Tiene ideas grandiosas y energía para perseguirlas.
Pasamos a las confesiones…
¿Cuál es el mejor helado que habéis probado?
P.: Yo he tenido dos experiencias heladeras que me marcaron bastante. Una fue en una pequeña heladería de París, donde me sirvieron un helado muy particular, con una cremosidad brutal y una potencia de sabor muy buena. La otra fue en Venecia, con un helado de limón. Puede que parezca un sabor simple pero no es fácil encontrar un helado que sepa a lo que tiene que saber. Allí aprendí uno de nuestros pilares. Pureza y potencia de sabor.
L.: En mi caso, el mejor helado que he probado es de una marca de Nueva York. Solo cuentan con dos sabores, salted caramel y té matcha y los dos son excepcionales.
Y, ¿el más extraño?
P.: Sé que en Asturias hay helado de fabada y de cabrales, que es como si fuera de tarta de queso azul. También he probado algún helado interesante como el de mostaza o el de tomate, que funcionan muy bien en algunos platos.
L.: ¡El helado de sésamo negro! Tiene mucho umami, mucho sentido de satisfacer el paladar y una combinación interesante entre dulce y salado.
Y, para finalizar, ¿cuál es vuestro helado favorito de Pink Albatross?
L. : Yo sé cuando algo me gusta cuando no puedo dejar de comerlo. Y es lo que me pasa con el helado de pistacho. Como un poco, lo dejo, vuelvo al rato y así… ¡hasta que se acaba!
P.: ¡El de mango con maracuyá! Me encanta su toque ácido y cómo se desarrolla en boca.
¡Habrá que probarlos!