No sé si os pasará a vosotros también, pero cada vez que escucho la palabra “mango”, la canción de “Mambo nºfive” viene a mi cabeza y me hace compañía para el resto del día sin dejarme pensar con claridad, haciéndome bailar mentalmente aunque esté delante del ordenador. Y esto me ha hecho reflexionar sobre la fruta en cuestión. Más allá del hecho de que las palabras se parezcan semánticamente, considero al mango un alimento divertido que invita al placer, al baile, a la sonrisa…Un alimento alegre que me transporta mentalmente a países tropicales, con kilómetros de arena blanca infinita, palmeras, flora y fauna exóticas…¡Al rico mango!
Y es que esto va muy en la línea de Pink Albatross y nuestra ave viajera y aventurera. ¿A dónde queremos volar hoy? ¿Será a Brasil o será a la India? El verano invita a soñar con climas cálidos y sabores diferentes.
El mangoprocede originariamente del noroeste de la India y del norte de Birmania. Se cultivó por primera vez hace aproximadamente cinco mil años. Afortunadamente, el cultivo de los mangos se ha extendido a todas las áreas tropicales y subtropicales del mundo, siendo México el principal país exportador.
¿Cuántas cosas buenas se pueden encontrar en esta fruta? Pues sin ir más lejos: vitamina A, C, K, antioxidantes, potasio y betacarotenos. ¡Casi nada! Además, su alto contenido en agua le ayuda a ser la fruta perfecta para combatir el calor, saciarse y facilitar la digestión, ¿a que no lo sabíais? ¡Es que el mango es maravilloso! Se puede consumir en mermeladas, gelatinas, batidos y zumos, aunque la mejor opción siempre es comer la pieza de fruta entera y en helado (😊), ¡no lo olvidéis!
A nuestro helado se le añade, además, leche de coco y un ligero toque de lima recién exprimida, consiguiendo reventar el “molómetro” de sabor tropical.
¡Una experiencia sensorial sublime que no te puedes perder!
